Otra Luz

No es la sombra

ni la tarde, ni su calma.

No nos hunde en el regazo de la tierra

la sombra

ni la lluvia

ni la luna.

No es tiniebla;

no llegó tarde el día.

Tampoco son tragaluces vaciados en jarrones de cristal negro

ni alas viciadas de sueño.



Afuera hay árboles enfermos;

un sabor metálico en el aire los castiga

nos castiga

nos reduce a voces que humean

y nos hunde en los cerebros de la gente

hechos cárceles de oscuridad.



¿Somos gente o somos luces apagadas?

Somos detectives que buscan a quien hizo llagas en la luna

y la sangre en el arroyo nos aguarda.

Finalmente, no es la sombra

ni la tarde, ni su calma:

es el sol cuando nos da la espalda

y nos descubre                            otra luz.

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